viernes, 12 de julio de 2013

En memoria de Pierre M. Morpeau




Por Lydia Collazo Cortez

      Durante muchos años, sobre todo a partir de la década de los 30, el Partido Nacionalista de Puerto Rico contó con el respaldo de innumerables personas en el extranjero que hicieron suya la lucha por la independencia de nuestra patria y no pocos fueron muy allegados a don Pedro Albizu Campos. Una de esas personas fue el poeta haitiano Pierre Moraviah Morpeau, sobre quien la Policía de Puerto Rico llegó a saber tal vez más que nosotros mismos.

Morpeau fue muy amigo de Albizu, a quien fue a recibir en San Juan en diciembre del '47, y se convirtió en un elocuente portavoz de nuestras luchas en todos los países latinoamericanos que visitó en su afán por no sólo mejorar las condiciones de vida de su amado Haití, sino de toda la Humanidad. En ese esfuerzo, ofreció conferencias en universidades en varias repúblicas hermanas y se le ha considerado uno de los mejores poetas de lengua francesa. Entre sus poemas se destacan los que dedicó al dolor y la angustia de la raza negra, tales como "La noche de Haití, tam tam" y "Tam tam del amor", además de "Viaje a la luna", una critica a los astronautas Armstrong, Aldrich y Collins. Su solidaridad con otros Pueblos lo llevó a escribir la letra del himno nacional de Anguila y a traducir al francés la letra de La Borinqueña y la de cada uno de los himnos nacionales de las repúblicas latinoamericanas. Otros bellos poemas suyos son "M'ame etait en chapelle" y "La leyenda del café".

Durante su peregrinar por la América Latina, Morpeau dio a conocer la lucha de los puertorriqueños por su independencia. Además, a tres grandes compatriotas suyos: los revolucionarios Alejandro Petion, quien ayudó a expulsar a los ingleses de Haití y le dio ayuda a Simón Bolívar, y el patriota y mártir Toussaint L'Overture, símbolo de la lucha emancipadora haitiana en el siglo 18, así como a su pariente Jean Jacques Audubon, naturalista y pintor haitiano también de ese siglo a quien en Estados Unidos conocen como John James Audubon y lo describen como de extracción francesa. Su nombre honra la entidad naturalista estadounidense (Audubon Society).

Desafortunadamente, nunca conocí personalmente a Pierre Morpeau. Sin embargo, llegué a conocerlo muy bien a través de la correspondencia que sostuve con él durante cerca de tres décadas, así como con muchas otras personas que, aunque no eran boricuas, apoyaban nuestra lucha de liberación. Esta labor me tocó realizarla desde muy joven, durante los años en que mi papá y mi mamá estuvieron en la cárcel por defender nuestra Patria. Mi papá no podía contestar toda la voluminosa correspondencia que recibía --sobre todo, mientras estuvo sentenciado a morir en la silla eléctrica--, desde la India, Irlanda, Escocia, los países árabes, Cuba, Israel, América del Sur y Estados Unidos. Aunque el gobierno se apoderó de algunas cartas y otras fueron destruidas por precaución o por histeria de quienes las guardaban, son cerca de mil las que todavía conservo, en lugares seguros, para la posteridad.

La correspondencia de Morpeau comenzó a ser menos frecuente cuando enfermó mientras vivía en Buenos Aires y, para el 1978, cesó de un todo, luego de casi 30 años.

El Partido Nacionalista y la lucha armada


                                                                                             Por Pedro Aponte Vázquez
                Claridad, 22–28 febrero 1985, págs. 16–17



Bandera del Partido Nacionalista
La decisión del Partido Nacionalista de Puerto Rico (PNPR) de declararse en guerra con el gobierno de Estados Unidos ha sido frecuentemente atribuida a un suceso histórico el cual muy probablemente ni siquiera influyó en quienes tomaron la decisión: la derrota del Partido en las elecciones del año de 1932. Aunque nada razonable es atribuir un suceso histórico a una sola causa, la referida conclusión apenas ha sido cuestionada durante décadas a pesar de existir prueba documental de que, al tomar el Partido Nacionalista su decisión, ya el gobierno norteamericano le había declarado la guerra a los Nacionalistas. Al hablarse del PNPR en las elecciones de 1932, no se dice que fue entonces la tercera vez que el partido participaba en elecciones ni que en ninguna de las tres se disputaban los partidos la gobernación del país. La aludida interpretación tampoco toma en cuenta el hecho de que el presidente del partido, Pedro Albizu Campos, creía firmemente en la eficacia del proceso electoral como instrumento de lucha aun después de la primera derrota electoral del partido, ocurrida en el 1924. El sostener que Albizu recurrió a la lucha armada sólo porque perdió las elecciones de 1932, en poco, si en algo, difiere del otro mito según el cual el prócer puertorriqueño optó por dedicar su vida a la lucha por la independencia de su patria meramente porque fue víctima del racismo que caracteriza a Estados Unidos.



Albizu y el proceso electoral


Pedro Albizu Campos
Se sabe que Albizu contaba con que el PNPR habría de alcanzar a través de las urnas “las mayorías parlamentarias” y que, una vez logradas esas mayorías, se procedería a “redactar la Constitución de Puerto Rico como república soberana e independiente”. Luego se notificaría “el hecho pacífico de la Declaración de Independencia de Puerto Rico” al resto del mundo. Así lo expresó el líder Nacionalista en la plaza Baldorioty del viejo San Juan el 16 de abril de 1932, cuando agregó que, luego de eso, “si no se nos oye, si no se nos atiende, si se nos maltrata, recurriremos entonces a las armas...” Evidentemente, antes de las elecciones de 1932, la lucha armada no había sido descartada, sino aplazada hasta que fuese necesaria. En mayo de 1930, Albizu había dicho que el partido “recurrirá a las urnas y se valdrá de todos los medios legales a su alcance” para lograr la independencia y en junio de 1931, al preguntársele si el partido habría de participar en las elecciones del año siguiente, respondió afirmativamente y explicó:


        El partido cree firmemente que la vía electoral será eficaz para la realización de su programa y así lo ha previsto en su táctica hace más de un año. Los acontecimientos que recientemente han estremecido a la madre patria España al derrocarse un régimen por la vía electoral, han venido a corroborar la certeza de nuestros procedimientos.



Pasadas las elecciones de 1932, Albizu expresó su descontento con el proceso electoral en Puerto Rico al calificar las elecciones de “burla” y al señalar que “jugar a senadores y representantes en un parlamento fantástico pasa ya de comedia.” Albizu fue candidato a senador por acumulación durante esas elecciones. Dos días después de las anteriores declaraciones, Albizu dijo que el Nacionalismo “apela, en primer término, a la lucha electoral, porque es sensato agotar los recursos de la paz, pero jamás ha limitado su acción ante los impedimentos que el imperio y los cipayos hayan arrojado ante su avance.”  Nótese que ya habían pasado las elecciones. La anterior aclaración del prócer Nacionalista podría “confirmar” para algunos la conclusión de que, en efecto, el fracaso en las urnas en 1932 fue la causa de que el PNPR se declarase en guerra con Estados Unidos  –sobre todo, porque la hizo después de las elecciones. En el año de 1927, sin embargo, Albizu ya había dicho que los Nacionalistas habían ido a las urnas en el 1924 “seguros de sufrir una derrota absoluta, porque en Puerto Rico no existe el sufragio.”  Si los Nacionalistas estaban seguros de la derrota en 1924, ¿por qué no habrían de estarlo en 1932? De hecho, Albizu sostenía que la ley electoral vigente tenía el propósito de “impedir que el Nacionalismo se manifestara en las urnas” y así lo indicó nada menos que a fines del mes de septiembre de 1932, a menos de dos meses de las elecciones. Estos hechos sugieren que, aunque Albizu no confiaba en el proceso electoral, sí tenía fe en el pueblo; en que el pueblo con sus votos habría de hacer innecesaria la lucha armada.



La Masacre de Río Piedras


Francis Riggs, jefe de la policía
La Masacre de Río Piedras, consistente en los asesinatos de los Nacionalistas Ramón S. Pagán, Eduardo Rodríguez Vega, Pedro Quiñones y José Santiago por la Policía el 24 de octubre de 1935, cuando además fue herido el Nacionalista Dionisio Pearson, le impartió veracidad a la declaración pública del Jefe de la Policía hecha el día siguiente en el sentido de que en Puerto Rico habría “guerra, guerra y guerra” contra los Nacionalistas. El que el PNPR no había descartado todavía el proceso electoral lo confirma el hecho de que fue el 1ro de enero de 1936 cuando el partido decretó la abstención electoral. El 30 de octubre de 1935, el PNPR respondió así a la declaración de guerra del coronel E, Francis Riggs:


        El Jefe yanqui de la Policía, coronel Riggs, ha declarado a la nación que “habrá guerra, guerra y guerra”. Así consta en [el diario] La Democracia. El Nacionalismo reconoce su franqueza y recoge el guante: habrá guerra, guerra y guerra. ¡Guerra contra los yanquis!



El primer  acto de guerra del PNPR fue dirigido precisamente contra quien había iniciado la guerra el 24 de octubre –el propio coronel Riggs– al ser este ajusticiado el 23 de febrero de 1936 en una calle de San Juan.
Elías Beauchamp luego del ajusticiamiento de Riggs



El caso Rhoads



Hiram Rosado, asesinado en el cuartel

Durante el sepelio de Hiram Rosado y Elías Beauchamp, los comandos que se ocuparon de ajusticiar a Riggs y a quienes la Policía de Puerto Rico asesinó mientras los tenía en custodia, Albizu acusó a Estados Unidos de valerse del asesinato “como régimen de gobierno” y señaló como ejemplo los asesinatos que el doctor Cornelius Packard Rhoads confesó haber cometido para acelerar, según dijo, el proceso de exterminar a los puertorriqueños. Albizu estaba convencido de que Rhoads, a quien la Fundación Rockefeller había enviado a la isla a experimentar con los puertorriqueños, formaba parte de una conspiración de Estados Unidos para exterminar a toda la población de la isla y así se lo comunicó al país, al Vaticano, a la Liga de las Naciones y “a todos los poderes del mundo”. 
Cornelius Rhoads en 1932
Tal cual habría de suceder 50 años después, con los asesinatros perpetrados por la Policía en el Cerro Maravilla, el gobierno amapuchó el caso y Rhoads no fue enjuiciado, ni acusado y ni siquiera interrogado. El gobierno dio el caso por cerrado en marzo del 32 cuando rehusó poner a la disposición del PNPR la prueba amapuchada. Convencido como estaba de que Estados Unidos se proponía exterminar a los puertorriqueños, Albizu dijo al analizar la declaración de guerra de Riggs: 
 

Cornelius Rhoads reconocido en Time
        La meta de exterminio absoluto de todos los puertorriqueños sigue siendo la meta definitiva del imperialismo norteamericano en Puerto Rico. En nombre de la prosperidad de millones que nunca llegarán se hace norma de vida la mendicidad. En nombre de la sanidad se implanta el neomaltusianismo que elimine la prole y se difunde las epidemias que maten a los que han visto la luz del día.



Ante el peligro claro e inminente que describió, Albizu advirtió:


        El Nacionalismo ha asumido su deber histórico de parar definitivamente ese ataque contra la existencia misma de la nación. Ha organizado y movilizado las fuerzas vitales de Puerto Rico para enfrentarse con el enemigo. La nación ha pasado de la resistencia pasiva al contraataque. Más bien que la derrota en las elecciones, todo parece indicar que los hechos que llevaron al Partido Nacionalista a decidir tomar las armas fueron: la Masacre de Río Piedras, la declaración de guerra de Riggs y el caso Rhoads.#


viernes, 5 de julio de 2013

Nada ha cambiado


Por: Lydia Collazo
Veinticuatro años después de la invasión de Puerto Rico por las tropas norteamericanas en el 1898, el Congreso de Estados Unidos decidió imponernos un gobierno colonial de manera que pudiera disfrazar el control imperialista de su nueva adquisición, hacerle creer al mundo que eran buenas sus intenciones para el Pueblo de la isla caribeña y continuar su política expansionista. Mientras el Partido Nacionalista de Puerto Rico, fundado en el año de 1922, tenía en su programa la independencia, el Partido Unionista, cuando fue fundado en el 1904, no tenía un programa definido para seguir en la Cámara de Delegados de Puerto Rico. Es para el año de 1913 cuando opta por la independencia, ideal que tomaba fuerza en la población y en el gobierno. Es así que, para el 1920, el Partido Unionista gana las elecciones.

El ideal de la independencia no fue del agrado del gobierno interventor, por lo que procedió a nombrar gobernador al antipuertorriqueño Montgomery Reilly, a quien el Pueblo prontamente apodó "Moncho Reyes".

Reilly causó una grave crisis política como resultado de sus órdenes de destituir a todos los unionistas "separatistas" que ocupaban puestos públicos y, al igual que hoy día, los líderes políticos acudieron ante el poder interventor en busca de una solución a la crisis. Una comitiva salió rumbo a Washington, D.C., a presentar sus quejas por los agravios y los desatinos de "Moncho Reyes" y con la esperanza de que le resolvieran el problema que aquel corrupto gobernador había causado. Era presidente de Estados Unidos el Republicano Warren Harding, (1865-1923) cuya administración (1921-1923) a su vez es considerada la más corrupta en la historia de ese país. (New Columbia Encyclopedia, 1975).

Subsiguientemente, el 19 de enero de 1922, el representante Phillip Campbell, de Kansas, presentó un proyecto de ley (H. R. 9995, Congreso 67, 2da sesión) encaminado a estabilizar la situación mediante el establecimiento del "Estado Libre Asociado de Puerto Rico". Por su parte, los Unionistas aprobaron el 11 de febrero, (tres semanas después) un programa que excluía la independencia y respaldaba el proyecto Campbell.

Estos Unionistas aceptaron quedarse en el gobierno y seguir el dictamen de Washington, mientras que otros Unionistas, defensores de la independencia, rehusaron continuar y fundaron el Partido Nacionalista. El proyecto de Campbell no fue aprobado y quedó dormido hasta que las luchas revolucionarias del Partido Nacionalista llevaron al Gobierno de Estados Unidos a despertarlo de su sueño en el año de 1939, cuando el gobierno de Estados Unidos envía al señor Pedro Capó Rodríguez a visitar al líder Nacionalista don Pedro Albizu Campos en la cárcel federal de Atlanta.

Capó Rodríguez tenía la encomienda de Washington de ofrecerle a Albizu la gobernación de Puerto Rico a cambio de abandonar la lucha por la independencia, cambiar el nombre del Partido Nacionalista a Partido Nacional Democrático y dejar de llamar "imperialista" a Estados Unidos. Albizu y los otros Nacionalistas con él encarcelados serían liberados si aceptaban esas condiciones y todos rechazaron indignados la propuesta.

Luego, Capó Rodríguez procuró infructuosamente que otros líderes del Partido Nacionalista aceptaran la propuesta y optó entonces por presentársela a Luis Muñoz Marín, quien para entonces era todavía independentista y socialista.

Subsiguientemente, en ese mismo año Muñoz Marín sale hacia Washington y, al igual que los Unionistas 17 años antes, regresa con la encomienda de organizar un nuevo partido que se conoció al fin como Partido Popular Democrático (PPD) con el lema de "Pan, Tierra y Libertad", el cual daba la impresión de que se trataba de un partido que apoyaba, no sólo la independencia, sino también el socialismo.

Este partido trajo en su programa unas atractivas reformas. No olvidemos que se estaba saliendo de los diez años de la Gran Depresión en Estados Unidos, de la cual Puerto Rico sufrió los efectos. También la guerra mundial se hacía sentir. Es decir, que cualquier reforma era un alivio en las condiciones pésimas que existían en Puerto Rico, causadas, precisamente, por el coloniaje y la explotación por empresas absentistas yankis.

Es así que, una vez más, la independencia queda abandonada, producto de un embeleco que se le atribuye a Muñoz Marín y al PPD, pero que fue manufacturado en el Congreso de Estados Unidos con los puertorriqueños como meros espectadores.

Las discusiones sobre el status que se están dando aquí y allá en estos días demuestran que nada ha cambiado.#

Lydia Collazo, curadora del Museo-Biblioteca Nacionalista Rosa y Oscar Collazo

Por: Margarita Maldonado Colón
 Lydia Collazo Cortés. Maestra y pintora  puertorriqueña nacida en Nueva York, donde obtuvo una Maestría en Bellas Artes. Estudió, además, Francés, Historia del Arte, Inglés Medieval, Latín y Griego. Viajó a Venecia donde completó los últimos cursos de su preparación en Bellas Artes. En Puerto Rico completó un Bachillerato en Educación en la Universidad Interamericana.

En Nueva York realizó trabajos como ilustradora. Además, se desempeñó como investigadora en el Departamento de Investigaciones Sociales de Columbia University. Al establecerse en Puerto Rico, laboró un tiempo como profesora de Bellas Artes en la Universidad Interamericana y, durante muchos años, en el Departamento de Educación como maestra de Bellas Artes. Expuso sus pinturas en la Sala de Exposiciones del Diario de Nueva York, en el Departamento de Educación de Puerto Rico, en Casablanca de San Juan, en la Biblioteca Carnegie (única mujer caricaturista), en la Universidad de Puerto Rico, (Recintos de Bayamón y Río Piedras), en la Universidad Interamericana, en Casa Aboy y en el Instituto de Cultura.

Fue editora de las Memorias de Rosa Collazo y, en el 2011, publicó su libro La inolvidable Juana. Al presente, trabaja en sus propias memorias y compone un manual de dibujo para niños.

Desde niñas, ella y su hermana Rosa Iris estuvieron vinculadas al Partido Nacionalista de Nueva York y de Puerto Rico, guiadas por sus padres, Rosa y Oscar Collazo. En memoria de ellos, se nombró la Fundación que da origen al Museo que custodia un valioso acervo documental sobre el Nacionalismo Puertorriqueño. Actualmente Lydia Collazo se desempeña como curadora del Museo-Biblioteca Nacionalista Rosa y Oscar Collazo.

Museo-Biblioteca Nacionalista Rosa y Oscar Collazo

Por: Lydia Collazo Cortés

Curadora

El Museo-Biblioteca Nacionalista Rosa y Oscar Collazo surge originalmente de la idea concebida por el compañero nacionalista Paulino Castro Abolafia de tener un lugar donde albergar documentación e información relacionada con el Nacionalismo  puertorriqueño, Movimiento de Liberación Nacional. Hace muchos años él tuvo la visión de crear un museo Nacionalista y quería ubicarlo en el local donde fueron tiroteados y arrestados don Pedro Albizu Campos y sus acompañantes a inicios de la Revolución de 1950. La casa estaba localizada en la esquina de la calle Del Sol y De la Luna en San Juan. Don Pedro ocupaba el segundo piso.

En el momento en que se pensó inaugurar allí el museo, el local estaba vacío y en pésimas condiciones. Gandía Realty había tomado posesión de la propiedad. En ese entonces, los años 70, pensamos hacer un préstamo bancario para cubrir los $10,000.00 del precio de la casa, pero al momento en que estábamos haciendo las gestiones, el gobierno declararó el lugar "área histórica" y tuvimos que desistir de lo acordado.

Años más tarde, pensamos en otro lugar donde ubicar el proyectado museo. En esa ocasión,  exploramos la posibilidad de utilizar el edificio donde estaban localizadas las oficinas del Partido Nacionalista en Río Piedras, al frente de una esquina de la Plaza de Recreo. En esas oficinas estaban guardadas las pertenencias y documentos de la Junta del Partido Nacionalista y los custodios eran don Jacinto Rivera Pérez, presidente del Partido y don José Rivera Sotomayor, secretario. El local estaba en venta y nos habían notificado que debíamos desalojarlo. Aunque el lugar fue saqueado por personas conocidas y allegadas a una de las figuras más importantes de nuestra lucha, con intereses personalistas, logramos rescatar y poner a salvo gran parte de materiales y documentos  recopilados por los miembros bonafide. Con la ayuda de otros compañeros y compañeras, logramos organizar los materiales y los entregamos a personas responsables para que se hicieran cargo de su custodia.

Al morir el presidente de la Junta Nacional, don Jacinto Rivera Pérez, su hija Elida Rivera nos entregó, a mí y a Jazmín Castillo, lo que tenía guardado en su casa y en su propiedad de Cabo Rojo. Ya Paulino Castro Abolafia había muerto y recordé su idea de crear un museo donde se pudiera encontrar información sobre el nacionalismo puertorriqueño y preservar el patrimonio de esa historia que han querido borrar.

A falta de otro lugar donde instalar el museo anhelado durante décadas, decidí ubicarlo en el segundo piso de mi casa. Allí estarían custodiados y expuestos los documentos que representan el gran legado de nuestra lucha nacionalista por la independencia. Con el asesoramiento legal del Licenciado Felipe Cirino Colón, creé la Fundación Rosa y Oscar Collazo, teniendo en mente el nacionalismo como base. Así que la idea original del museo que había soñado don Paulino Castro Abolafia, se convirtió en la Fundación que da paso al Museo-Biblioteca Nacionalista Rosa y Oscar Collazo.

Rosa y Oscar Collazo constituyeron un matrimonio que se dedicó a luchar por la independencia de Puerto Rico. Fueron, al igual que otros nacionalistas, ejemplo de sacrificio y determinación en una lucha desigual, pero constante. Rosa estuvo encarcelada durante 5 años y medio por ser miembro activo del Partido y por ser la esposa de Oscar, quien cumplió 29 años por el ataque a la Casa Blair en 1950 junto a Griselio Torresola, quien murió en dicho ataque. Oscar fue sentenciado a la silla eléctrica, pena que fue conmutada como resultado de una campaña nacional e internacional. Tanto Rosa como Oscar lucharon por la independencia de Puerto Rico hasta el momento de su muerte. Este museo se le dedica a estos luchadores y a todos los nacionalistas que ofrendaron vida y hacienda por la independencia de Puerto Rico.

El propósito y objetivo de este museo es dar a conocer la historia  revolucionaria del Movimiento Libertador de Puerto Rico en pos de la emancipación frente al imperio asesino y corrupto de los EE.UU. de Norte América, como testimonio de esa cultura de represión y matanzas desde los años 30 hasta el presente. Los documentos muestran esa situación y la comprueban. El acervo del museo consta de manuscritos, cartas, artículos, periódicos, publicaciones, fotos, películas, documentos de reuniones, impresos de leyes, manifiestos, cuadros, banderas, memorabilia, libros, etc.

El Partido Nacionalista  ha sido una escuela para aquellos que fueron encarcelados, mutilados y perseguidos por las leyes del imperio más voraz del mundo en los siglos XX y lo que va del XXI. El maestro Pedro Albizu Campos, presidente del Partido Nacionalista de entonces, testimonia la ola de matanzas, de represión, de saqueo, de atropellos que este movimiento sufrió durante su trayectoria en defensa de los derechos del pueblo puertorriqueño. La persecución que se desató por más de 50 años prueba esa cultura de represión. Por esta razón queremos dar al mundo y al pueblo de Puerto Rico la información de estos actos de heroísmo sublime, como diría don Pedro, y la tragedia que significa para este pueblo su intento de liberación nacional.

Se invita a los interesados a visitar el local para conocer la historia de este movimiento histórico y beneficiarse de la documentación que custodiamos.