jueves, 19 de diciembre de 2013

ELÍAS BEAUCHAMP E HIRAM ROSADO: AJUSTICIAMIENTO DEL CORONEL FRANCIS RIGGS



EL NACIONALISMO PUERTORRIQUEÑO Y LOS AÑOS 30


Por: Lydia Collazo Cortés y
 Margarita Maldonado Colón

Desde la invasión a Puerto Rico en 1898, el gobierno militar yankee ha asesinado una buena parte de nuestra juventud y ha convertido a otra en esbirro a sueldo para acallar las voces de aquellos que honrosamente defienden su patria. Es la misma política empleada por los ingleses cuando se apoderaron a la fuerza de la India por trescientos años y convirtieron a los nativos de esa tierra en soldados sepoys, de ahí la palabra “cipayo”. Es la misma táctica y principio del imperialismo, no importa la potencia que sea: España, Francia, Portugal y otros, desde inicios de la historia. La política es invadir, asesinar la oposición y dividir al pueblo para luego explotarlo.




Coronel Francis Riggs al centro (el más alto)Añadir leyenda
Aquí en Puerto Rico, cuando fue nombrado el gobernador Blanton Winship, militar de carrera --uno de los más sangrientos personajes de la historia de Estados Unidos, nombrado por el enfermizo presidente Franklin Delano Roosevelt en 1934--, el país se encaminaba sin presentirlo, a una ola de asesinatos por parte del gobierno yankee. Este Blanton Winship, racista nacido en Georgia, al sur de los Estados Unidos, comenzó su tarea en Puerto Rico con mano dura y, para colmo, nombró a otro militar, el morboso coronel E. Francis Riggs como jefe de la policía. Ambos parecen haber tenido gangrena en la sangre porque en Puerto Rico no hubo más que ataques, asesinatos y encarcelamientos desde que asumieron sus cargos. La orden del día era: Frente a los nacionalistas, tiren a matar. Y así sucedió. Esos dos bribones, racistas del Norte, nos veían con desprecio.

La matanza de cuatro jóvenes --uno se salvó--, de cinco que pasaban en un auto frente a la Universidad el 24 de octubre de 1935, fue algo que jamás había visto el pueblo de Puerto Rico. No había motivo para esto y he aquí los detalles: Don Pedro Albizu Campos, presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico, había pronunciado un impresionante discurso en Maunabo en el que acusaba al régimen como culpable de actos represión y violencia contra el pueblo que no estaba de acuerdo con la situación que estaba viviendo. Un grupo de estudiantes identificados con el gobierno colonial planeaba celebrar una asamblea para declarar a don Pedro enemigo de la cultura nacional. Al hablar de cultura nacional ellos se referían a la de Estados Unidos.


Poco antes, en la Universidad de Puerto Rico Don Pedro Albizu Campos había dictado una conferencia que fue muy aplaudida. El propósito de estos estudiantes era provocar un atentado contra don Pedro, quien era muy bien recibido en la institución. El atentado no se llevó acabo y la policía, en represalia, tiroteó el auto de Ramón S. Pagán que pasaba en dirección contraria a la entrada de la Universidad. En el auto, además de él iban cuatro estudiantes más: José Santiago Barea, Pedro Quiñones, Eduardo Rodríguez y Dionisio Pearson. De los cinco jóvenes nacionalistas, cuatro mueren en el ataque excepto Dionisio Pearson. Otro joven, Juan Muñoz Jiménez ajeno a los hechos, muere en ese tiroteo. Dionisio fue herido y a José lo fusilaron minutos después de entregarse porque fue a auxiliar a sus compañeros. Pearson fue acusado posteriormente, por el régimen, de terrorista y de asesinato porque supuestamente iban a bombardear la Universidad. Lo irónico del caso es que ellos estaban desarmados y ni siquiera habían entrado a la Universidad. Es importante que se sepan estos detalles por ser parte de la historia.


Cuatro meses después, el 25 de febrero de 1936, Elías Beauchamp e Hiram Rosado ajustician al jefe de la policía, el coronel E. Francis Riggs. Es interesante conocer otro detalle: El Lunes 16 de Marzo de 1936 aparece un artículo de prensa que dice así: “Que conteste quien pueda: ¿Por qué se ordenó a los vecinos del cuartel de la policía de SanJuan que se quitaran de las ventanas y puertas que daban vista al lugar de los sucesos? ¿Por qué no se dio acceso al cuartel a los reporteros de los diarios de San Juan cuando aún estaban vivos Beauchamp y Rosado y al contrario, se amenazaba con carabinas y revólveres a los que al cuartel se acercaban? ¿Por qué dejaron en el cuarto macabro a Rosado después de haberlo herido gravemente y esperaron a que estuviera agonizante para llevarlo al Hospital?” Estas preguntas nunca fueron contestadas por el gobierno alcahuete y cómplice de esa ejecución que acabó con la vida de esos jóvenes. El imperialismo con sus cipayos no tiene límites. Todo lo que se le antoje lo toma por la fuerza y si no lo consigue, lo destruye. Los imperios del presente, como los del pasado, son los mismos. Les anima la codicia del expansionismo y explotación. Cuando se apoderan de tierras ajenas jamás piensan en devolverlas. La explotación es un medio para exprimir la mínima gota de sangre de ese pueblo y reprimir las fuerzas que combaten ese saqueo a como dé lugar. El imperialismo es igual a una fiera voraz con su presa que no le permite escape alguno porque su único deseo es satisfacer su vientre pero, antes de comer la huele y se entretiene jugando con su víctima. Así han jugado con nosotros estos malditos bárbaros del norte hasta que sean expulsados de nuestras tierras para siempre.



Hiram Rosado
¿Quién fue Hiram Rosado? Hiram era un joven de Ciales, a quien le gustaba la música y la lectura. Su padre don Pedro Rosado, sabía que su hijo era estudioso y se esmeraba por comprarle libros. Era apasionado estudioso del violín y un modelo de la juventud que se levantaba muy decidida a defender su patria a toda costa. Ocupaba un puesto de supervisor local en una compañía conocida FERA. La vida de Hiram Rosado y de Elías Beauchamp ambas se parecían. Como se conocieron? Es algo que no sabemos. El día del acontecimiento en San Juan nadie sospechaba de sus planes. Lo cierto es que tomó una decisión que terminaría con su vida y la de su compañero. Pero esa decisión no fue una idea cualquiera porque tuvo su propósito: Ajusticiar a Riggs por la muerte de los cuatro jóvenes en Rio Piedras, hacer justicia. Palabras de Hiram Rosado: “Ante el inmenso dolor de la patria esclava, el sufrimiento personal nos empequeñece”. Del ideario íntimo del joven nacionalista son estas palabras que deben ser leídas con respetuoso recogimiento espiritual.


Elías Beauchamp cuando fue arrestado
¿Quién era Elías Beauchamp? Su familia era natural de Lares y las Marías, área montañosa en Puerto Rico. Su familia era muy conocida en esa parte y tenían ya una hermosa historia de cómo lucharon contra el imperio español para los años de 1865. De estos hombres y mujeres luchadores descendía Elías. Su padre estaba muy orgulloso de él, no sólo como estudiante sino por ser un buen hijo. Era muy conocido en su pueblo. Trabajaba con el licenciado Leopoldo Santiago Carmona. Después con los tabacaleros de Bayamón y luego, J. Ramírez e hijo. Así que Beauchamp era muy parecido en su crianza y conducta a Hiram Rosado. Su último trabajo fue en San Juan antes de morir. Elías también tenía sentimientos nacionalistas. Conocía del asesinato de los cuatro jóvenes el año anterior en Río Piedras y sentía notable indignación como ser humano. Algo tenía que suceder ante la muerte de esas víctimas. Se unió al plan con Hiram, Juan A. Corretjer y Plácido Hernández para sacar de circulación al jefe de la policía, el sangriento Coronel Riggs que vino a nuestra país a aterrorizar a un pueblo pacífico. Porque aquí el terrorismo lo trajo el imperio norteamericano. Nunca Puerto Rico fue consultado para que entraran a nuestra tierra como amos. El gobierno norteamericano para este tiempo lo que hizo fue desacreditar sus propias leyes y a los que estaban en la cúpula del gobierno. No había justicia ni lástima sólo asesinatos horrendos y esa conducta no podía seguir. Hoy los restos de ambos jóvenes reposan en el cementerio de Barrio Obrero donde todos los años el Partido Nacionalista deposita flores para recordar a esos mártires que lo dieron todo por una causa noble.

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NOTAS DEL PERIÓDICO EL IMPARCIAL SOBRE LOS SUCESOS

25 de febrero de 1936- Según el Periódico El Imparcial

"BEAUCHAMP CANTÓ EN EL BAÑO MIENTRAS
SE ASEABA EL DOMINGO POR LA MAÑANA"

Elías Beauchamp: Nadie sospechaba que Elías, ese domingo, daría muerte al jefe de la policía, Coronel Riggs. La muerte de ese jefe es el primer acto de esa índole que registran los anales de la historia política puertorriqueña. Elías Beauchamp era natural de Utuado. Su padre era don Francisco Beauchamp. Elías era miembro de una familia respetable y vino a vivir a San Juan, algún tiempo y trabajaba con la Comercial José B. López y Cía., corredores de arroz. Casado con la señora Ana Luisa Pérez, tenía dos hijos. Elías Beauchamp era un fervoroso nacionalista, pero tolerante con aquellos que no comulgaban con su credo. Vivía en la calle Luna de San Juan y en su casa había una foto de don Pedro y material alusivo a la independencia. Era buen trabajador, dedicado a sus quehaceres. A las once de la mañana salió de su casa y nunca dejó entrever su propósito.

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29 de febrero de 1936- Según el Periódico El Imparcial

"AL DECIRLE LA NURSE A HIRAM ROSADO:
'¡ESTÉSE TRANQUILO!' EL SONRÍE... SABIENDO QUE YA TODO ES INÚTIL"

Hiram Rosado: Era amante de los libros y de la música, el violín. Su padre alimentaba esos deseos de su hijo porque era un buen muchacho. Era un modelo de hombre. La causa de la libertad llegó a constituirse en una idea fija. Su vida, como la de Beauchamp, había sido casi paralela. De buena familia, honrados y amantes de su patria, apenas se conocían. Hiram saldría de su casa ese día y nadie sospechaba su propósito.

En la esquina Allen, en San Juan, ese día ambos, Elías e Hiram, iban dispuestos a morir.


Hiram Rosado abatido a tiros por la policía
Después del atentado, son acribillados a balazos por la policía. Elías Beauchamp cae primero e Hiram, gravemente herido va a auxiliarlo. En el hospital, antes de morir, Hiram Rosado, antes de morir, intenta hablar. La enfermera le pide que se esté tranquilo y luego le regunta si el reloj pulsera sobre la mesa era de él. Él le responde: “Sí, y suyo también”. Pregunta de nuevo: “¿Cuántos balazos tengo? Me duele un poco el pecho”. Y muere. Una de las declaraciones que hace: “Ante el inmenso dolor de la patria esclava, el sufrimiento personal personal nos empequeñece”.

En el cuartel de la calle San Francisco, Núm. 305, el jefe Vázquez y otros policías y agentes impedían la entrada a personas ajenas, momentos después de haber dado muerte a Elías Beauchamp y de herir a Hiram Rosado, quien muere en el hospital más tarde.

                 El joven Elías Beauchamp
El joven Hiram Rosado


















Velatorio de Hiram Rosado y Elías Beauchamp

Tumba de Elías Beauchamp

viernes, 12 de julio de 2013

En memoria de Pierre M. Morpeau




Por Lydia Collazo Cortez

      Durante muchos años, sobre todo a partir de la década de los 30, el Partido Nacionalista de Puerto Rico contó con el respaldo de innumerables personas en el extranjero que hicieron suya la lucha por la independencia de nuestra patria y no pocos fueron muy allegados a don Pedro Albizu Campos. Una de esas personas fue el poeta haitiano Pierre Moraviah Morpeau, sobre quien la Policía de Puerto Rico llegó a saber tal vez más que nosotros mismos.

Morpeau fue muy amigo de Albizu, a quien fue a recibir en San Juan en diciembre del '47, y se convirtió en un elocuente portavoz de nuestras luchas en todos los países latinoamericanos que visitó en su afán por no sólo mejorar las condiciones de vida de su amado Haití, sino de toda la Humanidad. En ese esfuerzo, ofreció conferencias en universidades en varias repúblicas hermanas y se le ha considerado uno de los mejores poetas de lengua francesa. Entre sus poemas se destacan los que dedicó al dolor y la angustia de la raza negra, tales como "La noche de Haití, tam tam" y "Tam tam del amor", además de "Viaje a la luna", una critica a los astronautas Armstrong, Aldrich y Collins. Su solidaridad con otros Pueblos lo llevó a escribir la letra del himno nacional de Anguila y a traducir al francés la letra de La Borinqueña y la de cada uno de los himnos nacionales de las repúblicas latinoamericanas. Otros bellos poemas suyos son "M'ame etait en chapelle" y "La leyenda del café".

Durante su peregrinar por la América Latina, Morpeau dio a conocer la lucha de los puertorriqueños por su independencia. Además, a tres grandes compatriotas suyos: los revolucionarios Alejandro Petion, quien ayudó a expulsar a los ingleses de Haití y le dio ayuda a Simón Bolívar, y el patriota y mártir Toussaint L'Overture, símbolo de la lucha emancipadora haitiana en el siglo 18, así como a su pariente Jean Jacques Audubon, naturalista y pintor haitiano también de ese siglo a quien en Estados Unidos conocen como John James Audubon y lo describen como de extracción francesa. Su nombre honra la entidad naturalista estadounidense (Audubon Society).

Desafortunadamente, nunca conocí personalmente a Pierre Morpeau. Sin embargo, llegué a conocerlo muy bien a través de la correspondencia que sostuve con él durante cerca de tres décadas, así como con muchas otras personas que, aunque no eran boricuas, apoyaban nuestra lucha de liberación. Esta labor me tocó realizarla desde muy joven, durante los años en que mi papá y mi mamá estuvieron en la cárcel por defender nuestra Patria. Mi papá no podía contestar toda la voluminosa correspondencia que recibía --sobre todo, mientras estuvo sentenciado a morir en la silla eléctrica--, desde la India, Irlanda, Escocia, los países árabes, Cuba, Israel, América del Sur y Estados Unidos. Aunque el gobierno se apoderó de algunas cartas y otras fueron destruidas por precaución o por histeria de quienes las guardaban, son cerca de mil las que todavía conservo, en lugares seguros, para la posteridad.

La correspondencia de Morpeau comenzó a ser menos frecuente cuando enfermó mientras vivía en Buenos Aires y, para el 1978, cesó de un todo, luego de casi 30 años.

El Partido Nacionalista y la lucha armada


                                                                                             Por Pedro Aponte Vázquez
                Claridad, 22–28 febrero 1985, págs. 16–17



Bandera del Partido Nacionalista
La decisión del Partido Nacionalista de Puerto Rico (PNPR) de declararse en guerra con el gobierno de Estados Unidos ha sido frecuentemente atribuida a un suceso histórico el cual muy probablemente ni siquiera influyó en quienes tomaron la decisión: la derrota del Partido en las elecciones del año de 1932. Aunque nada razonable es atribuir un suceso histórico a una sola causa, la referida conclusión apenas ha sido cuestionada durante décadas a pesar de existir prueba documental de que, al tomar el Partido Nacionalista su decisión, ya el gobierno norteamericano le había declarado la guerra a los Nacionalistas. Al hablarse del PNPR en las elecciones de 1932, no se dice que fue entonces la tercera vez que el partido participaba en elecciones ni que en ninguna de las tres se disputaban los partidos la gobernación del país. La aludida interpretación tampoco toma en cuenta el hecho de que el presidente del partido, Pedro Albizu Campos, creía firmemente en la eficacia del proceso electoral como instrumento de lucha aun después de la primera derrota electoral del partido, ocurrida en el 1924. El sostener que Albizu recurrió a la lucha armada sólo porque perdió las elecciones de 1932, en poco, si en algo, difiere del otro mito según el cual el prócer puertorriqueño optó por dedicar su vida a la lucha por la independencia de su patria meramente porque fue víctima del racismo que caracteriza a Estados Unidos.



Albizu y el proceso electoral


Pedro Albizu Campos
Se sabe que Albizu contaba con que el PNPR habría de alcanzar a través de las urnas “las mayorías parlamentarias” y que, una vez logradas esas mayorías, se procedería a “redactar la Constitución de Puerto Rico como república soberana e independiente”. Luego se notificaría “el hecho pacífico de la Declaración de Independencia de Puerto Rico” al resto del mundo. Así lo expresó el líder Nacionalista en la plaza Baldorioty del viejo San Juan el 16 de abril de 1932, cuando agregó que, luego de eso, “si no se nos oye, si no se nos atiende, si se nos maltrata, recurriremos entonces a las armas...” Evidentemente, antes de las elecciones de 1932, la lucha armada no había sido descartada, sino aplazada hasta que fuese necesaria. En mayo de 1930, Albizu había dicho que el partido “recurrirá a las urnas y se valdrá de todos los medios legales a su alcance” para lograr la independencia y en junio de 1931, al preguntársele si el partido habría de participar en las elecciones del año siguiente, respondió afirmativamente y explicó:


        El partido cree firmemente que la vía electoral será eficaz para la realización de su programa y así lo ha previsto en su táctica hace más de un año. Los acontecimientos que recientemente han estremecido a la madre patria España al derrocarse un régimen por la vía electoral, han venido a corroborar la certeza de nuestros procedimientos.



Pasadas las elecciones de 1932, Albizu expresó su descontento con el proceso electoral en Puerto Rico al calificar las elecciones de “burla” y al señalar que “jugar a senadores y representantes en un parlamento fantástico pasa ya de comedia.” Albizu fue candidato a senador por acumulación durante esas elecciones. Dos días después de las anteriores declaraciones, Albizu dijo que el Nacionalismo “apela, en primer término, a la lucha electoral, porque es sensato agotar los recursos de la paz, pero jamás ha limitado su acción ante los impedimentos que el imperio y los cipayos hayan arrojado ante su avance.”  Nótese que ya habían pasado las elecciones. La anterior aclaración del prócer Nacionalista podría “confirmar” para algunos la conclusión de que, en efecto, el fracaso en las urnas en 1932 fue la causa de que el PNPR se declarase en guerra con Estados Unidos  –sobre todo, porque la hizo después de las elecciones. En el año de 1927, sin embargo, Albizu ya había dicho que los Nacionalistas habían ido a las urnas en el 1924 “seguros de sufrir una derrota absoluta, porque en Puerto Rico no existe el sufragio.”  Si los Nacionalistas estaban seguros de la derrota en 1924, ¿por qué no habrían de estarlo en 1932? De hecho, Albizu sostenía que la ley electoral vigente tenía el propósito de “impedir que el Nacionalismo se manifestara en las urnas” y así lo indicó nada menos que a fines del mes de septiembre de 1932, a menos de dos meses de las elecciones. Estos hechos sugieren que, aunque Albizu no confiaba en el proceso electoral, sí tenía fe en el pueblo; en que el pueblo con sus votos habría de hacer innecesaria la lucha armada.



La Masacre de Río Piedras


Francis Riggs, jefe de la policía
La Masacre de Río Piedras, consistente en los asesinatos de los Nacionalistas Ramón S. Pagán, Eduardo Rodríguez Vega, Pedro Quiñones y José Santiago por la Policía el 24 de octubre de 1935, cuando además fue herido el Nacionalista Dionisio Pearson, le impartió veracidad a la declaración pública del Jefe de la Policía hecha el día siguiente en el sentido de que en Puerto Rico habría “guerra, guerra y guerra” contra los Nacionalistas. El que el PNPR no había descartado todavía el proceso electoral lo confirma el hecho de que fue el 1ro de enero de 1936 cuando el partido decretó la abstención electoral. El 30 de octubre de 1935, el PNPR respondió así a la declaración de guerra del coronel E, Francis Riggs:


        El Jefe yanqui de la Policía, coronel Riggs, ha declarado a la nación que “habrá guerra, guerra y guerra”. Así consta en [el diario] La Democracia. El Nacionalismo reconoce su franqueza y recoge el guante: habrá guerra, guerra y guerra. ¡Guerra contra los yanquis!



El primer  acto de guerra del PNPR fue dirigido precisamente contra quien había iniciado la guerra el 24 de octubre –el propio coronel Riggs– al ser este ajusticiado el 23 de febrero de 1936 en una calle de San Juan.
Elías Beauchamp luego del ajusticiamiento de Riggs



El caso Rhoads



Hiram Rosado, asesinado en el cuartel

Durante el sepelio de Hiram Rosado y Elías Beauchamp, los comandos que se ocuparon de ajusticiar a Riggs y a quienes la Policía de Puerto Rico asesinó mientras los tenía en custodia, Albizu acusó a Estados Unidos de valerse del asesinato “como régimen de gobierno” y señaló como ejemplo los asesinatos que el doctor Cornelius Packard Rhoads confesó haber cometido para acelerar, según dijo, el proceso de exterminar a los puertorriqueños. Albizu estaba convencido de que Rhoads, a quien la Fundación Rockefeller había enviado a la isla a experimentar con los puertorriqueños, formaba parte de una conspiración de Estados Unidos para exterminar a toda la población de la isla y así se lo comunicó al país, al Vaticano, a la Liga de las Naciones y “a todos los poderes del mundo”. 
Cornelius Rhoads en 1932
Tal cual habría de suceder 50 años después, con los asesinatros perpetrados por la Policía en el Cerro Maravilla, el gobierno amapuchó el caso y Rhoads no fue enjuiciado, ni acusado y ni siquiera interrogado. El gobierno dio el caso por cerrado en marzo del 32 cuando rehusó poner a la disposición del PNPR la prueba amapuchada. Convencido como estaba de que Estados Unidos se proponía exterminar a los puertorriqueños, Albizu dijo al analizar la declaración de guerra de Riggs: 
 

Cornelius Rhoads reconocido en Time
        La meta de exterminio absoluto de todos los puertorriqueños sigue siendo la meta definitiva del imperialismo norteamericano en Puerto Rico. En nombre de la prosperidad de millones que nunca llegarán se hace norma de vida la mendicidad. En nombre de la sanidad se implanta el neomaltusianismo que elimine la prole y se difunde las epidemias que maten a los que han visto la luz del día.



Ante el peligro claro e inminente que describió, Albizu advirtió:


        El Nacionalismo ha asumido su deber histórico de parar definitivamente ese ataque contra la existencia misma de la nación. Ha organizado y movilizado las fuerzas vitales de Puerto Rico para enfrentarse con el enemigo. La nación ha pasado de la resistencia pasiva al contraataque. Más bien que la derrota en las elecciones, todo parece indicar que los hechos que llevaron al Partido Nacionalista a decidir tomar las armas fueron: la Masacre de Río Piedras, la declaración de guerra de Riggs y el caso Rhoads.#